A la Nit de Trovadores hay que acudir con el espíritu desvelado a la ensoñación para ser capaces de canalizar todas las melodías gatunas a través de las cuales transportarnos a todos los caminos infinitos que puedan abarcar nuestra imaginación. Y dejarse llevar por los líricos maullidos mediante los cuales sumergirse en todos los océanos y explorar todas las calas con los ojos cerrados al mismo tiempo que nuestro corazón comienza a palpitar al ritmo del oleaje conducido por los acordes de una guitarra. Y despertar... con un canto de sirenas para experimentar la magia que puede esconder un viaje a Ítaca sin salir de Ítaca... tan ingrávido, voluble y etéreo como la materia de la que está hecha la música.