CANDY LAND, TIERRA DE LOBOS

Compañía: TEATRO DE LA MEMORIA  (Bogotá - Colombia)
Dirección: Ana Woolf
Actriz: Sofía Monsalve
Escenografía: Melissa Villegas
Producción audiovisual: Theo Esguerra
Diseño de iluminación: Giulia Ducci
Producción musical: Antonio Cortés
Fotografía: Juan Antonio Monsalve
Objetos de escena: Teresa Monsalve
Textos: William Blake, Arístides Vargas, testimonios de mujeres víctimas de violencia de Estado, Sofía Monsalve.

SINOPSIS;

Una espera. La soledad es llenada por un juego que se repite una y otra vez, gestos que mantienen el mundo interno del personaje protegido y en perfecto orden. No sabemos cuándo comenzó esta historia, pero sí sabemos cuándo termina. Un lobo aúlla, y el mundo se desmorona. Llega un tiempo sin tiempo y un espacio árido donde una vieja transitará evocando sus recuerdos, de niña, de mujer, de vieja-niña-mujer.

Un espectáculo de teatro basado en una composición de dramaturgia escénica donde la línea dramática combina textos, acciones e imágenes, que van contando retazos de la historia de una mujer (¿o muchas?) que recuerda, una y otra vez, ese momento en que “perdió la inocencia”. La dramaturgia no se cierra en una sola historia, sino que atraviesa nudos dramáticos del personaje en su relación con la ausencia, la guerra y el desvanecimiento de un mundo de seguridad, la pérdida de un ser amado y la súplica por un Padre que no llega. Acompañado de “video mapping” en constante interacción con la actriz, el espectáculo nos coloca en un espacio a veces íntimo, a veces desolador, en donde ella, con un uso delicado de la música y las palabras, va atravesando el rito cotidiano de un personaje que intenta poner orden en un mundo de ausencias. Un trabajo interdisciplinario donde cada arte (texto, música, luz y audiovisual) entretejen un todo que narra esta historia.

RESEÑA:

Dirigido por Ana Woolf (Argentina) e interpretado por Sofía Monsalve (Colombia, antigua actriz del Odin Teatret de Dinamarca). Se trata de un unipersonal de creación original, estrenada en 2017 en Bogotá, después de cinco años de investigación dramatúrgica y performática. La obra habla sobre la pérdida de la inocencia, las ausencias de los desaparecidos y la violencia política en la vida de una mujer, usando un lenguaje muy poético y una puesta en escena delicada e íntima de formato medio-pequeño. La obra fue creada como un tejido de textos que van desde poemas de William Blake hasta monólogos del dramaturgo latinoamericano Arístides Vargas, pasando por testimonios de víctimas de la violencia de Estado y textos propios, todo ello acompañado por un constante diálogo entre la actriz, el video mapping y la música.